miércoles, 8 de junio de 2011

Johnny Depp: "Jack Sparrow no me dejará en paz".

 Cualquiera luciría desaliñado si vistiera botas, jeans, chemise azul celeste y una chaqueta marrón pálida. Pero Johnny Depp no. Llega con sus lentes de corrección y un sombrero de ala corta, tranquilo, sin prisa. En el lugar están Geoffrey Rush y Penélope Cruz, ambos ganadores del Oscar y compañeros en el elenco de Piratas del Caribe: navegando aguas misteriosas, pero todo gira a su alrededor.

Más de 300 periodistas internacionales lo esperan en la sala de conferencias del hotel Montage, en Beverly Hills. Cuando entra, muchos suspiran, especialmente las mujeres. Una de ellas, estadounidense, le pregunta: "Hace algunos años dijo: `Las películas en las que yo participe nunca van a producir dinero', pero las 3 primeras entregas de la saga han recaudado más de 2.600 millones de dólares. ¿Se siente culpable?".

El actor, que encarna otra vez al capitán Jack Sparrow, responde: "No es mi culpa, hice lo que pude", y provoca carcajadas. "Es grandioso que hayan pasado 20 años disfrutando de una carrera basada en fracasos. Lo raro es que nunca cambié mi modo de trabajar." Sparrow, al que le sobra autenticidad, es un personaje que disfruta al máximo: "Él no se agota.

Da para mucho y deja abiertas varias posibilidades. La película ofrece espacio para la locura y el absurdo, y sientes que con él nunca es suficiente".

Luego Depp, como de costumbre, con su chiva y sus bigotes, bromea: "Sí hay cosas de él en mí. Básicamente, no puedo sacudírmelo. No me dejará en paz. Sigue apareciéndose a cada rato. De hecho, esta mañana llegó cuando estaba preparando a mis niños para ir a la escuela".

El artista ha demostrado una facultad casi camaleónica. A pesar de algunos desaciertos, como la reciente El turista, que protagonizó con Angelina Jolie, ha pasado por una amplia gama de criaturas y personalidades que le han traído fama y fortuna, más allá de la condición de sex symbol que le atribuye la prensa de farándula.

Es difícil pensar en El joven manos de tijera (1990) cuando se ve al detective Frederick Abberline en Desde el infierno(2001), o recordar a Don Juan de Marco (1994) cuando está en pantalla Willy Wonka en Charlie y la fábrica de chocolate (2005). Estableciendo esta clase de distinciones podrían consumirse varios párrafos y habría que mencionar filmes como En busca del País de Nunca Jamás (2004) y Sweeney Todd: el barbero demoníaco de la calle Fleet (2007), dos de los tres que le valieron postulaciones a los Premios de la Academia.

Cuando no está, sus compañeros de elenco siguen hablando sobre él. Penélope Cruz revela que aceptó el papel, sin leer el guión, porque Depp, con quien había trabajado en Inhala (2001), y el realizador Rob Marshall, que la dirigió en Nine (2009), ya estaban en el equipo.

"Lo más difícil era no reírse frente a él una vez que estaba completamente disfrazado", dice Cruz sobre el rodaje de la cuarta entrega de Piratas del Caribe: "Es brillante y libre.

Puede meterse y salirse del papel con facilidad. Además, es inteligente, gracioso y tiene un gran corazón".

Marshall hizo la misma confidencia: aceptó dirigir la película gracias al protagonista. "Podría hablar durante siete horas sobre Johnny Depp. Tiene una habilidad extraordinaria para ver algo y luego reproducirlo al instante. La mayoría de los directores morirían por trabajar con él porque es único". El cineasta se siente bendecido sólo porque próximamente comenzarán a rodar juntos otra cinta. Esta vez será un remake de The Thin Man, una película de 1934 que define como una combinación de martinis y crímenes.

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